viernes, 15 de diciembre de 2006

Siempre pensé


Siempre pensé que cuando ese día llegara
se me iba a congelar la sangre dejándome entera helada
sin poderme volver jamás a entibiar.

Siempre pensé que no podría vivir sin sus letras
como quien no puede vivir sin el aire,
asfixiandome hasta sentir un dolor incontrolable
atravesandome la garganta.

Siempre pensé que se me acabaría la poesía,
que me diluiría para siempre,
que no podría nunca jamás volver a escribir,
que el mundo se volvería enteramente gris
sin el constante aleteo de sus alas surcando mis cielos.

Siempre pensé que me moriría de pena,
que no me cansaría de revisar los registros con los que me he quedado
para repasar uno a uno los momentos
y las frases dichas y no dichas entre tantas entrelíneas.

Siempre pensé que no sería capaz de resistir
el mar de desolación ni la rabia incontenible de no haber llegado jamás a decirle
todo lo que solo pude decirle entre versos apretados y frases iracundas,
que sucumbí una y mil veces hasta quedar borracha de tanto amor
que fui su mas fiel admiradora y su más despiadada crítica,
que siempre quise más y esperé mucho más de sus letras,
que lo virtual y lo real se pueden perfectamente confabular en un beso
y en un fluir de mutuas admiraciones,
que pude besarle reverente
desde el mismo minuto en que no conocí su rostro
hasta este instante en que ya me canso de no olvidarle.

Siempre pensé que todo sería así el día que ya no estuviera.
Y nada de eso me ha ocurrido hoy que ya no está.